Lo que más ha llamado la atención de la comunidad científica es la alta velocidad con la que se desplaza: cerca de 60 km por segundo, más rápido que la mayoría de los objetos que orbitan dentro del sistema solar
CDMX.- Astrónomos de distintas partes del mundo han confirmado la detección de un nuevo objeto interestelar que cruza nuestro sistema solar, convirtiéndose en el tercero de su tipo jamás observado.
Este cuerpo celeste, bautizado provisionalmente como “CNEOS 2024-07a”, fue identificado gracias a un análisis conjunto de datos provenientes de telescopios ópticos y sistemas de alerta de impactos atmosféricos.
Su velocidad hiperbólica y trayectoria inusual sugieren que no está ligado gravitacionalmente al Sol, lo que implica un origen más allá del sistema solar.
Este hallazgo se suma a una breve pero significativa lista de objetos similares: el enigmático ʻOumuamua, descubierto en 2017, y el cometa interestelar 2I/Borisov, observado en 2019.
A diferencia de sus predecesores, el nuevo objeto parece tener un tamaño mucho menor —posiblemente de apenas unos metros de diámetro—, lo que ha dificultado su observación directa y genera debate sobre su posible fragmentación al entrar en contacto con la atmósfera terrestre o con otros cuerpos del cinturón de asteroides.
Lo que más ha llamado la atención de la comunidad científica es la alta velocidad con la que se desplaza: cerca de 60 km por segundo, más rápido que la mayoría de los objetos que orbitan dentro del sistema solar.
Este tipo de velocidad solo puede explicarse si proviene de fuera del alcance gravitacional del Sol, lo que refuerza su naturaleza interestelar. Además, los modelos preliminares sugieren que podría haber pasado millones de años viajando a través del espacio profundo antes de encontrarse con nuestro vecindario cósmico.
Investigadores de la NASA y otras agencias espaciales ya trabajan con simulaciones para reconstruir su posible trayectoria de origen.
Entre las hipótesis que se manejan está la posibilidad de que haya sido expulsado de un sistema planetario distante por la interacción con una estrella masiva o incluso un agujero negro.
Si se logra obtener más información espectroscópica, se podría analizar su composición química, aportando pistas sobre las condiciones físicas en otros sistemas estelares.
Este descubrimiento refuerza la idea de que nuestro sistema solar no es una isla aislada, sino una región más en el vasto océano galáctico.
El paso de objetos interestelares, aunque raro, podría ser más frecuente de lo que pensábamos, y su estudio representa una ventana única para entender los procesos de formación planetaria más allá de nuestra estrella.
Con el avance de las tecnologías de detección y vigilancia del espacio, es probable que en los próximos años detectemos más visitantes de las estrellas.